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Si hoy en día nos preguntaran por el género musical procedente de Cuba más reconocido mundialmente, es muy probable que nos viniera a la cabeza rápidamente la Salsa Cubana. Algunos despistados quizá se decantaran por el merengue o la bachata, desconociendo que no son propiamente cubanos. Y en función de la edad quizás hubiera alguien que defendiera el mambo o el cha-cha-cha.
Yo hoy os traigo a estas líneas la habitual melancolía del bolero. Género cubano (no confundir con el bolero español), declarado Patrimonio Inmaterial de la Humanidad en 2023, surgió alrededor de 1840. En compás de 4/4, ha aportado grandes temas en la historia de la música. Seguro que si a alguno de vosotros os pregunto por Paquita «La del Barrio» y su famoso «Rata Inmunda» será capaz de situar, con una sonrisa en el rostro, ese ritmo y desgarro característico del género musical del que os hablo. Cuántos boleros han certificado un adiós desgarrador, una separación dolorosa, una despedida emocionada...
Los gimnásticos hoy nos hemos desayunado (cada uno abandona el ayuno a la hora que más le place, oiga usted) con una despedida muy dolorosa. Nuestro eterno capitán, uno de nuestros blasones más allá del último cuarto de siglo, ha creido conveniente dar un paso a un lado y dejar que otro ímpetu, otra energía, guíe los destinos del equipo a partir de ahora. Ha dejado claro que es una decisión personal y la compañía de Agustín a su lado (y de la Junta Directiva en pleno en sala de prensa) reforzaba ese mensaje, alejando cualquier fantasma de falta de confianza por parte de los rectores del club. Todo fluyó tras el empate frente al Nàstic, que consumó el descenso, pero han esperado (lógicamente) hasta hoy para dar todas las explicaciones que la parroquia merecía y agradece. La comparecencia ha dejado diminuta la sala de prensa del estadio. Todos los medios de comunicación que siguen al equipo han acudido en masa, incluso algunos han hecho una cobertura especial de radio en directo. La ocasión lo merecía. Se han roto en un aplauso al finalizar.
Tengo que reconocer que yo me he enfundado los auriculares en directo, como seguro algunos de vosotros también habéis hecho, en medio de mi jornada laboral (perdón, jefe). Y estoy triste, muy triste. Ayer en el Bernabéu se rescató la frase de Gabriel García Marquez «No llores porque ya se terminó... sonríe, porque sucedió». Y no, querido Gabriel, no son reacciones incompatibles. Con la sonrisa que aporta el tremendo orgullo de ser gimnástico, de haber vivido un doble ascenso en menos de 5 años, de ver las gradas de La Albuera a reventar, yo quiero llorar un rato. Hay que normalizar el dejar espacio al duelo, porque ayuda a sanar la herida.
Santiago Díaz, mexicano originario de Durango, escribió un precioso bolero titulado «Aunque no sea conmigo» (os dejo a continuación la versión de Bunbury, con la que conocí esta joyita, para que lo podáis disfrutar). La historia refleja a una persona que, a pesar de estar profundamente enamorada, acepta que su ser amado decida buscar la felicidad (no sin grandes dosis de esfuerzo por todo lo vivido) en otra relación. Una muestra de amor desinteresado, de capacidad de dejar ir, no exenta de complicaciones, donde el bienestar propio y ajeno no se enzarzan en una lucha fraticida.
Capitán (como siempre me gusta llamarte), nos hemos intercambiado no llegan a una decena de mensajes en todo este tiempo. Y, a pesar de la corta relación epistolar, te voy a echar mucho de menos (ya te lo dije ayer cuando me olí la tostada). Sí, ya sé que defiendes que no hay nadie imprescindible. Pero siempre hay unas ausencias que duelen más que otras. Te veremos bailar con otro equipo, entre la melancolía de los días históricos y la sonrisa del meneo que le hemos dado a tantos y tantos clubes por los campos de España. Gracias por haber escrito páginas eufóricas en nuestras vidas poniendo lo mejor de tu profesionalidad. Y por haber sido consecuente con tu manera de pensar, aunque eso me haya provocado este lunes negro azabache. Hoy es probable que no, pero mañana seguro que te lo habré perdonado...
Creo que reflejo el sentir de la mayoría de la afición si te digo que queremos que seas feliz... aunque no sea con nosotros. Como en el bolero, con que el fútbol te devuelva ni que sea tan sólo la mitad de toda la felicidad que nos has dado, que ha sido inmensa, habrá merecido la pena este trago amargo que vamos a transitar en los próximos días.
Cuídate mucho, capi.