EL CLUB
La primera vez que conocí a Juanma, como todos lo conocían, era un niño y la sede de la Gimnástica Segoviana estaba en la Avenida de Juan Carlos I, en el actual local del Domino´s Pizza. Los chicos del barrio del Cristo entrábamos en ese local con persianas azules y granas en las ventanas a pedir una pegatina con el escudo del club. Allí estaba Juanma, que era el administrativo, en una oficina destartalada, llena de papeles y con poco orden.
Era la década de los ochenta del siglo pasado, y el presidente era Pedro Antonio Hernández Escorial, arquitecto y senador de derechas. Soltero sin hijos, al que la Gimnástica le costaba cada año un dineral para enjugar el déficit generado, mediante el cheque que Juanma le pedía para liquidar con todos.
Juanma llegó al club en los tiempos Manuel Díaz-Miguel Moraleda como presidente, allá por la década de los años ’70, en un club que jugaba en regional en el vetusto campo de El Peñascal en la época más gris en lo deportivo de la historia casi centenaria de la Segoviana.
En la sede siempre estaba Juanma para tramitar fichas con fotos de los caretos de jugadores, hacer aquellos carnés de socio de cartulina en los que los partidos iban en cupones microperforados, que el personal de acceso iba cortando a la entrada del estadio. También le recuerdo realizando funciones de delegado a pie de campo. Era una figura unida siempre al club y con una afición envidiable.
Después traté con él más frecuentemente en la época de Baldomero Martín como presidente, en la década de los noventa. Eran años muy duros para el club, a la sombra del Caja Segovia de fútbol sala, jugando en una Tercera División de Castilla y León que no despertaba grandes emociones en la afición segoviana. Con una economía de guerra, en la que el equipo viajaba coches particulares pagando la gasolina a los jugadores y resto de la expedición. No daba ni para el autobús.
Recuerdo especialmente un viaje a Burgo de Osma para enfrentarnos al Spoting Uxama en el Ford Escort granate conducido por Miguel Ángel, el delegado del club y cuñado del presidente Baldomero Martín, junto su mujer Elena, Juanma y yo que empezaba en la radio deportiva en Onda Cero Segovia. Hicimos el viaje de ida y vuelta juntos, y compartimos muchos más. Juanma era una persona buena y discreta, que se hacía querer por todos los que rodeaban al club.
Su salida de la Segoviana fue tormentosa. Aunque trabajaba desde hacía décadas, no contaba ni con contrato, ni se cotizaba por él. Al final la justicia le reconoció el servicio, y desde entonces pasó a ser un aficionado más en la grada de La Albuera, donde he tenido la oportunidad de saludarle con frecuencia.
Despedimos al socio nº 4 de la Gimnástica Segoviana, Juan Manuel Gómez de Caso Estrada, muy querido por quienes le trataron, jugadores, directivos y aficionados en general. Sus últimos años los pasó en la residencia de las Hermanitas de los Pobres de Segovia, y cuando pudo se escapó a ver su Gimnástica. La foto de Juan Martín, donde presencia el partido en silla de ruedas aferrado a la bufanda gimnástica, es un homenaje a un gimnástico de corazón hasta el último minuto.
Ahora en la sede del cielo gimnástico ya tienen administrativo, ha llegado Juanma para atender a todos los que se han ido con paciencia y cariño, como solía hacerlo él.
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